El año 2020 se presentaba con un escenario contradictorio para las empresas con la amenaza de recesión global que sugería prudencia y, al mismo tiempo, con la necesidad de abordar la transformación digital de manera evidente y urgente como eje vital para la supervivencia en un mercado global cada vez más competitivo.
Este desafío digital despertó en las organizaciones la duda sobre si contaban con los líderes adecuados para afrontarlo, conscientes de que la transformación digital requiere, más allá de la tecnología, una visión estratégica con nuevos modelos de negocio y una redefinición de la cultura corporativa para muchas empresas.
En estas estábamos en los primeros compases de este 2020, enfrentándonos a esa doble velocidad entre el plano económico y el de la transformación digital, y abriendo al mismo tiempo, esa reflexión sobre la capacitación de los equipos directivos para afrontar los nuevos retos de las organizaciones, cuando estalla la pandemia del Covid-19 que complica el escenario hasta límites inimaginables y nunca vistos hasta el momento.
Y con un mundo en modo parálisis total, una incertidumbre completa acerca de cuándo se va a poder retomar la actividad, unas empresas afectadas a todos los niveles: operacional, financiero, comercial, tecnológico, humano… ¿qué hacemos con esta cuestión sobre nuestros equipos directivos? ¿Aparcamos esta importante reflexión?
Pues, sin duda, la respuesta es NO. Si ya el desafío de la transformación digital señalaba el liderazgo como elemento clave del éxito, la crisis desatada por el Covid-19 va a hacer que éste adquiera un papel todavía más relevante, porque va a conducir a las organizaciones a abordar de manera obligada la disrupción de modelos de negocio conocidos por otros basados en la innovación. En ese escenario, sin un liderazgo adecuado y de calidad, ese reto no va a poder llevarse a buen puerto.
Soy consciente de que asegurar la supervivencia a corto plazo es el principal reto, pero también lo es pensar en lo que está por llegar, porque como se suele decir, no se puede conducir una organización sólo con las luces cortas. No es, por tanto, momento de aparcar sino de realizar el análisis y la evaluación de las habilidades y competencias de nuestros equipos directivos, y de reflexionar y plantearnos cuáles son las capacidades directivas clave que necesitamos para sobrevellevar con éxito el día después.
Hay 5 factores que serán especialmente críticos para asegurar el futuro de nuestras compañías:
Primero, VALORES para GUIAR. Las múltiples dimensiones de esta crisis, sanitaria, económica, social, global… hacen concebir un mundo post-Covid19 necesariamente diferente y una ruptura de los paradigmas empresariales. Las dramáticas consecuencias de lo que estamos viviendo y las profundas huellas que van a dejar en todos nosotros parecen no permitir la vuelta a la normalidad anterior ni a los mismos criterios de actuación sobre los que nos guiábamos.
La responsabilidad, el sentido de colectividad y la sostenibilidad van a colocarse en un plano principal y es por ello, que los valores éticos y morales del directivo se perfilan como fundamentales para asegurar una toma de decisiones alineada con la cultura de la compañía, el entorno en el que ésta opera y la sostenibilidad (alineada con el concepto de la triple bottom line –profit, people and planet– de John Elkington).
Segundo, ACTITUD POSITIVA para VER. Ver más allá de la crisis, identificar oportunidades, gestionar con eficiencia y construir escenarios en entornos de evolución continua se convierten en el nuevo ‘must’ y ello hace que los directivos que posean una actitud constructiva, una mentalidad abierta y demuestren flexibilidad, agilidad, resiliencia y capacidad de adaptación serán los más valorados.
Tercero, DETERMINACIÓN para ACTUAR. La reactivación no va a ser suficiente; toca reinventar y para ello, los directivos van a necesitar determinación y coraje para tomar decisiones, pensamiento estratégico para abordar procesos profundo de transformación y tremenda curiosidad para fomentar la innovación.
Cuarto, EQUILIBRIO para GESTIONAR. La gestión en tiempos post-Covid19 va a requerir un equilibrio especial entre lo racional y lo emocional. Los desafíos en el plano empresarial van a ser múltiples y ello va a demandar una gestión racional, pero tampoco vamos a poder dejar de lado la gestión emocional. Las empresas son su talento, son sus personas y como decíamos antes, esto nos va a dejar muy tocados a todos. La inteligencia emocional de los líderes va a ser muy valorada porque la gestión emocional y más humana no va a poder quedar relegada.
Quinto, LIDERAZGO para MOVILIZAR. Credibilidad, autenticidad, humildad y entusiasmo serán los resortes que inyectarán en los directivos la capacidad de movilizar y conducir a los equipos, desarrollar y maximizar sus capacidades, fidelizar y atraer el talento necesario. El mundo complejo e incierto en el que ya nos manejábamos nos había hecho descubrir que las soluciones solo llegaban por la vía de la colaboración y el mundo postCovid19 nos va a hacer avanzar todavía más en esta nueva realidad. Si teníamos pocas respuestas para casi nada, hoy nos hemos quedado sin respuestas para casi todo y toca, por tanto, sumar talentos y aunar esfuerzos para encontrarlas.
En este contexto y en los próximos meses el equipo directivo va a ser pieza clave para lograr conducir con éxito la organización hacia una nueva etapa, y el primer liderazgo que se va a poner a prueba es el del CEO. Por ello, es el CEO quien tiene el reto de reflexionar sobre si el CFO, el CTO/CIO, el CHRO, el COO, el CDO… de su compañía tienen el perfil necesario para abordar el día de después.
El cambio de época del que se venia hablando ha llegado para quedarse y las compañías necesitan contar con equipos directivos sólidos, capaces de gestionar con eficiencia los impactos estratégicos, operacionales y de negocio para convertir esta crisis en una verdadera oportunidad.