“Ese sí que es un hombre de palabra.” Casi ya no se escucha a nadie decir eso hoy en día, ¿verdad? Lo cierto es que los hombres y las mujeres de palabra son bastante escasos. ¿Te has detenido a pensar cuánto vale lo que dices? Muchos opinan que para sobrevivir en este mundo competitivo es necesario mentir, decir medias verdades, romper contratos y dejar esperando a las personas.
No le dan mucha importancia a cumplir su palabra, total desde que inventaron las excusas, todo el mundo queda bien. Sin embargo, los que razonan así tienen una forma de pensar un tanto limitada. A largo plazo estos hábitos te hacen ganar la reputación de ser una persona irresponsable, insensible, y tramposa. Y la verdad es que eso no te ayudará en ningún ámbito de tu vida, sea profesional, familiar, o social.
Tu palabra te define
Un gran porcentaje de promesas rotas se originan en situaciones en las que te sientes presionado a decir “sí.” El primer paso hacia la honestidad es aprender a decir «no». ¿Cómo es esto? Pues, puede ser que sientas vergüenza diciendo “No entiendo,” “No sé mucho acerca de ese tema,” “No creo que pueda terminarlo para esa fecha,” o “No me será posible cumplir con ese horario, o esa cuota.”
Sin embargo, aunque eso no sea exactamente lo que quiera oír tu jefe, tu cliente o tu compañero, sin duda lo apreciarán más que si dices: “Sí, claro,” y luego no cumples. Además, se quedarán con imagen positiva de ti. Muchas personas o compañías están dispuestas a dar entrenamiento o un plazo de tiempo más largo para terminar un proyecto, con tal de saber que están trabajando con una persona honrada.
Quizás no te contraten para ese trabajo o evento, pero en el futuro cuando necesitan una persona de confianza, vendrán donde ti. Sin embargo, para poder ser honesto en este aspecto hace falta otras dos virtudes que también son bastante escasas: la humildad y la modestia, y ambas dos suelen propias al buen empresario familiar.
La humildad
Nadie lo sabe todo, entonces ¿por qué a veces nos sentimos presionados a hablar con autoridad sobre cierto tema, cuando la verdad es que nuestro conocimiento es limitado? Hasta nos da vergüenza hacer preguntas y pedir ayuda. Pues, la falta de autoestima puede estar en la raíz de actuar así. Si nos sentimos inseguros de cómo nos perciben los demás, es más probable que nos sintamos presionados a exagerar nuestras aptitudes.
Además recuerda, si no expresas tus dudas, nunca aprenderás. Si dejas claro que es la primera vez que has realizado un proyecto de este tipo, entonces los que te rodean tendrán expectativas realistas. En vez de pensar: “… y eso, que supuestamente era experto,” pensarán “No está mal para su primera vez.”
La modestia
La modestia es estar consciente de tus limitaciones. Una persona madura sabe qué es capaz de lograr y cuánto tiempo le tomará. Cada persona trabaja a un ritmo diferente y dispone de diferentes cantidades de energía. Así que si frecuentemente no cumples con tus compromisos, es señal de que no te conoces lo suficiente.
Por ejemplo, una persona modesta no dice que llegará en media hora cuando tiene que terminar un informe, contestar dos e-mails y cruzar la ciudad en hora pico. Para evitar esto, piensa antes de responder.
Entonces, antes de prometerle a tu primo que le ayudarás con la mudanza el sábado, piensa en qué tipo de semana tienes programada y si, siendo realista, podrás estar allí a las 6:00 am, o después del almuerzo, o si, lamentablemente, no podrás cooperar en esta ocasión. Si no estás seguro, no te sientas presionado a contestar de inmediato. Puedes decir algo como: “Te llamo el viernes cuando tenga una mejor idea de mi disponibilidad.”
La verdad es que las llamadas “mentiras piadosas”, las exageraciones y las promesas rotas socavan tu integridad.
Por el otro lado, la humildad y la modestia te ayudarán a ser una persona íntegra en todos los campos de la vida. Así que, cuidemos cada palabra que salga de nuestra boca porque define cómo somos.